Toni Pinera est un acteur essentiel de 3 Mers 3 Mares.

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Toni Pinera est un acteur essentiel de 3 Mers 3 Mares.
Amoureux de la langue et de la culture française, critique d’art, galeriste (ancien directeur de la galerie Acacias derrière le Capitole), collectionneur, commissaire d’exposition à Cuba et à l’étranger, il est l’un des meilleurs spécialistes de la peinture cubaine.

Par l’intermédiaire du galeriste français Georges Bornand, qui a beaucoup contribué à la réussite de 3 Mers, nous avions fait sa connaissance en 2013 à La Havane, séduits par ce mélange de grande compétence et de grande courtoisie qui le caractérise.

Nous lui avons proposé d’être le commissaire de la partie cubaine de l’exposition 3 Mers 3 Mares, ce qu’il accepta immédiatement. Le concept de croisement des 3 Méditerranées Monde le séduit et il nous fit l’honneur de créer un texte spécifiquement pour la manifestation et le catalogue, (voir ci dessous).
Tout au long de la préparation et de la réalisation de 3 Mers 3 Mares , Toni nous aida à avancer, à régler les difficultés , à partager notre démarche. Il était devenu un membre à part entière de l’équipe.

Nous tenons non seulement à le remercier mais à lui rendre hommage en diffusant son texte « 3 Mers 3 Mares » dans sa version espagnole, mais aussi française dont il a approuvé la traduction faite par Claude Maltagliati, professeur d’espagnol, membre de notre Comité Ardèche Cuba Coopération.
 

"ARTE, MAR MEDIANTE"

Tres mares. En el momento en que la palabra cruza por nuestra mente, pensamos en la inmensidad, en lo azul, la profundidad y sus misterios, en la lejanía, no existe en el vocabulario humano algo que caracterice más la distancia que el mar… No es el medio ideal del hábitat del hombre, ese reino pertenece a otros seres que están “diseñados” para vivir y, por supuesto, respirar en él. También nos recuerda la transparencia, y la oscuridad. El silencio reina por esos lares, y, a pesar de que conforman la mayor parte de la tierra en que vivimos, los océanos son menos conocidos que lo externo del planeta. El hombre dedica muchos esfuerzos, recursos y tiempo en viajar por el cosmos, pero a lo más profundo y lejano del mar no ha podido llegar en muchos casos.

La agradable propuesta de los amigos franceses de la Asociación de Cooperación Cuba, de realizar una muestra con el título Tres mares, en la 12. Bienal de La Habana crea expectativas. Son muchas las aristas que ilumina la palabra, sus significados, sus propias realidades. Enfocar el tema es, pues, una ardua cruzada cuando se trata de arte. Además de todas estas consideraciones acerca del enorme azul que baña el planeta, se suman muchas otras. También depende de la forma en que lo miremos. El mar es, además, contradictorio. Puede ser un remanso de paz para aquellos que se acercan a su orilla y posan su vista en el horizonte. Contemplarlo desde esa dimensión es algo que todos los humanos anhelamos, mucho más si buscamos la quietud o un rincón donde pensar y recordar, cerca del sonido de las olas que van y vienen, acariciados por una brisa fresca. Pero, si nos alejamos de la orilla, sobre él, todo cambia. Allí se descubrirá su fuerza brutal, el azul es más intenso confundiéndose con el negro, el movimiento es continuo, el viento raya en tormenta cuando el mal tiempo aparece. No hay calma ni paz. Además de que en el pensamiento está el eterno misterio de lo que hay dentro de él. El mar guarda secretos, vida y también muerte. Es ¿lo desconocido ?
Pero el mar, a pesar de todo, nos ha servido en el tiempo para comunicarnos con los hombres que en distintas regiones habitan la Tierra. Ha sido puente y medio para borrar las distancias, alcanzar metas, nos sirve de fuente de alimentación, nos ha hecho soñar, pensar, escribir, pintar… Este verbo nos enlaza con el propósito del gigante azul en la Bienal. Les presento a los Tres Mares : el Caribe, el de China y el Mediterráneo. Alejados unos de otros y con sus nombres precisos, porque el hombre acostumbra a nombrar todas las cosas, son uno solo al final. El está en continuo movimiento, está vivo, por suerte para todos. Y corre de un lugar a otro, sin parar. Sobre él se recorren distancias, se conectan puntos y hombres que en esos lugares viven. Ha sido así en el tiempo. Hoy existen medios más rápidos, plenos de tecnología que cruzan los cielos para trasladarnos de un lugar a otro. Antes, fue el mar, cuando por tierra era imposible hacerlo. Y sigue estando ahí. Los tres mares dialogan con esas naciones cuyas costas están bañadas por ellos. A veces son continentes, más que países los que ellos riegan. Y dentro hay hombres, culturas, sentimientos, sueños, anhelos, tristezas, alegrías, ideas, formas, colores… que esculpen y dibujan maneras diferentes de hacer y de ver el mundo, en dependencia de la posición geográfica, de la forma en que este se mire, y viva, y sienta en cada espacio.

Una Bienal es un conglomerado de maneras de hacer, de obras que son producidas por algo singular que sale de lo más profundo del hombre. De esos seres humanos que pueden llegar de cualquier parte. Es la ocasión de alcanzar, desde un punto, todo aquello que vibra a nuestro alrededor en cualquier lugar del globo terráqueo. Pero hay signos comunes, hay instantes en que se repiten las formas, hay símbolos que denotan similitudes, espacios coincidentes… Y aparece el mar, y el hombre en él desde tiempos inmemoriales. Porque el hombre nunca ha estado estático en el punto que le tocó nacer. El ser humano ha caminado el mundo, y sobre el mar ha salvado las distancias. Esos mares son testigos mudos de tantas proezas, aventuras y sueños. De un lado a otro se ha trasladado, trayendo las culturas, mezclándose entre sí. Háblese de mezcla y aparecen otras nuevas palabras : amistad, amor, solidaridad, futuro, pero (olvidemos las guerras por hoy)… Llegan, nuevamente a la Bienal de La Habana, cargados de obras que son continentes, países, culturas, abrazos, arcoíris, sueños…, que se reúnen, como banderas cargadas de historias y vida, de pasado y presente, de amor y amistad, símbolos humedecidos por el mar, agua bendita al fin que nos toca a todos.

En este Caribe coinciden todos los mares en Bienal o sin ella. Ha sido así a través de los años, es zona de confluencias de todos los continentes. De todos ellos bebemos los cubanos. Es, pues, hermoso recibirlos ahora en forma de obras de arte que hablan de una historia común, que reúne en una sala de exposiciones los sueños y vivencias de hombres que llevan en su sangre los Tres Mares, y todo aquello que vibra dentro de sí. Por arte de Bienal y no de magia reaparecen reunidas las historias, contando desde las imágenes que portan las telas, una vida común desvelada en el tiempo. Mirar cada una de ellas en la muestra, es sentir cómo el viento recorre las estancias más íntimas de cada existencia ; esa fuerte brisa del mar que nos movió de un lugar a otro empujando las velas de las embarcaciones, donde se fue grabando todo eso que vemos hoy, a fuerza de vida. No faltan imágenes que nos traen singulares expresiones y conjeturas, porque el mar nos ha hecho soñar. Ahí están las sirenas que viven en la imaginación de los hombres como algo extraño mitad pez-mitad mujer que yace en algún lugar del océano, y la lluvia que es parte del mar acumulado en las nubes, y llega como bendición para la vida del hombre. Otros descubren alegorías de las religiones que se acercaron a estas costas también por el mar, o distinguen rasgos de una lejana cultura, o enmascaran la verdadera existencia, o pintan la transparencia de lo profundo repleta de belleza y vida, o dibujan el mar con sus ola, playas de ensueño, o miran las siluetas de la ciudad desde el horizonte como lo ¿hacen los peces ? O esa botella que traduce la idea de recorrer distancias portando una verdad o un recuerdo en forma de mensaje… El mar vuelve a traer sorpresas ARTISTICAS. Puede traducirse de forma abstracta o figurativa, naif o académica, con rasgos de las más variadas tendencias del arte… En ellas cruza y vibra la impronta del hombre, de su vasta existencia. Tres Mares simboliza ante todo un gesto de amistad, un solo ser humano, más allá de razas y colores, de pensamientos e ideas, marca el instante en que el hombre se mira como uno solo, teñido por esa diversidad que nos abriga. Somos de aquí y de allá. Artistas cubanos y franceses se abrazan. En ellos emergen trazos de variado origen : de asiáticos que llegaron al Caribe, de africanos que arrancaron de sus hogares en el lejano continente siglos atrás, de europeos emigrantes que buscaban nuevas tierras, de caribeños que volvieron a las raíces en el Viejo continente. Porque la vida resulta un incesante ir y venir por el mundo, una eterna estampa de migraciones que dejaron su impronta.

Y el mar, en su silencioso bregar, es testimonio de la epopeya humana, porque ha sido vehículo, receptáculo y espacio por el que el hombre ha “caminado” buscando y encontrando, el sitio ideal donde vivir y ser. Es la escenografía principal de una obra que se enriquece con el decursar de los siglos. Llevamos, pues, huellas de muchos lugares, es, hablando en la contemporaneidad, el ADN artístico que nos convoca e identifica, reunido hoy en una sala de exposiciones en forma de arte ; rasgos comunes sumados en el tiempo, fusionando la vida, mar mediante.

TONI PIÑERA
Abril 2015


(version française : traduction Claude Maltagliati )

L’art, la mer comme médiateur

Trois mers. A l’instant où cette expression nous vient à l’esprit, nous pensons à l’immensité, à la couleur bleue, à la profondeur et ses mystères, à la distance car il n’est d’autre mot dans le vocabulaire humain qui caractérise mieux le sentiment d’éloignement.

Ce n’est pas le milieu idéal pour l’habitat de l’homme, ce royaume appartient à d’autres êtres qui ont été conçus pour y vivre et bien entendu pour y respirer. Il nous rappelle aussi la transparence et l’obscurité. Le silence règne en ces lieux, et bien qu’ils constituent la majeure partie de l’espace où nous vivons, les océans sont moins connus que ce qui entoure notre planète. L’homme consacre bien des efforts, des moyens et du temps à voyager dans le cosmos, mais le plus souvent, il n’a pas pu mesurer la profondeur ni l’immensité de la mer.

L’heureuse initiative des amis français de l’Association Cuba Coopération de réaliser une exposition sous le titre de « Tres mares » (Trois Mers) lors de la douzième édition de la Biennale de La Havane suscite notre enthousiasme. Cette expression met en lumière de nombreuses facettes, sens et réalités différents. Se centrer sur ce thème est, donc, une difficile croisade en matière d’art. Car au delà de toutes ces considérations sur l’énorme tache bleue qui baigne notre planète, bien d’autres s’y ajoutent. Cela dépend aussi de notre façon de la regarder. La mer peut être un havre de paix pour ceux qui s’approchent de son rivage et posent leur regard sur l’horizon. La contempler ainsi, dans cette dimension, est un désir que nous partageons tous, et plus encore si nous recherchons la tranquillité ou un coin pour méditer et se souvenir, bercés par la musique du ressac, caressés par une brise fraiche. Mais si nous nous éloignons du rivage, alors tout change. Elle révélera sa force brutale, et le bleu le plus intense se confondra avec le noir, le mouvement est continu, le vent de la tempête raye le ciel lorsque le mauvais temps apparaît. Il n’y a ni calme ni paix. Et dans notre esprit, reste l’éternel mystère de ses abymes. La mer garde ses secrets, la vie et aussi la mort. C’est : l’inconnu ?

 Mais la mer, malgré tout, nous a servi, à travers les époques, à communiquer avec les hommes qui habitent les différentes régions de la Terre. Elle a été le pont et le moyen d’effacer les distances, d’atteindre nos buts, elle nous est source d’alimentation, elle nous a fait rêver, penser, écrire, peindre … Ce verbe nous renvoie au thème de la « grand bleue » de la Biennale. Je vous présente « Les Trois Mers » : la mer des Caraïbes, la mer de Chine et la Méditerranée. Eloignées les unes des autres et avec leurs noms précis, car l’homme a pour habitude de nommer toute chose, elles ne sont qu’une au final. Elle est en perpétuel mouvement, elle est vivante, heureusement pour tous. Et elle court d’un lieu à l’autre sans arrêt. C’est sur elle que l’on parcourt les distances, que l’on relie un point à un autre et les hommes entre eux. Il en a toujours été ainsi depuis la nuit des temps. Aujourd’hui, il existe des moyens de communication plus rapides, remplis de technologie qui traversent le ciel pour nous mener d’un lieu à un autre. Avant, ce fut la mer, quand cela était impossible par la terre. Et elle est toujours là. Les trois mers dialoguent avec ces nations dont elles baignent les côtes. Parfois, ce sont des continents, plus que des pays qu’elles bordent. Et à l’intérieur, il y a des hommes, des cultures, des sentiments, des rêves, des désirs, des tristesses, des joies, des idées, des formes, des couleurs… qui sculptent et dessinent des façons différentes de faire et de voir le monde, selon la position géographique, selon le regard que l’on porte sur lui, selon la manière de vivre et la sensibilité propre à chaque espace humain.
Une biennale est un agglomérat de savoir-faire, d’œuvres qui sont produites par quelque chose de singulier qui provient du plus profond de l’homme. De ces êtres humains qui peuvent venir de n’importe où. C’est l’occasion d’atteindre, depuis un même point de départ, tout ce qui vibre autour de nous sur n’importe quel point du globe terrestre. Mais il y a des signes qui nous sont communs, il y a des instants où les formes se répètent, il y a des symboles qui mettent en lumière des similitudes, des espaces qui coïncident. … Et apparaît la mer, et l’homme en elle depuis des temps immémoriaux. Parce que l’homme n’est jamais resté statique en un point où il lui a été donné de naitre. L’être humain a parcouru le monde et sur les mers il a aboli les distances. Ces mers qui sont les témoins muets de tant de prouesses, d’aventures et de rêves. L’homme s’est déplacé d’un côté à l’autre du globe, apportant sa culture, la mélangeant avec d’autres. Que l’on parle de mélange, et voici que surgissent d’autres mots : amitié, amour, solidarité, futur, mais (pour une fois, oublions les guerres) … Les voici qui reviennent à la Biennale de la Havane, chargés d’œuvres qui sont des continents, des pays, des cultures, des accolades, des arcs en ciel, des rêves …qui s’enlacent comme des drapeaux chargés d’histoire, de vie, de passé et de présent, d’amour et d’amitié, comme des symboles encore humides des embruns de la mer, eau bénite , enfin, qui nous est donnée à tous.

Dans cette région des Caraïbes, toutes les mers se rencontrent, avec Biennale ou sans Biennale. Il en a toujours été ainsi car c’est une zone de confluence de tous les continents, dont nous, les cubains, nous nous abreuvons. C’est donc avec plaisir que nous les accueillons sous la forme d’œuvres d’art qui parlent d’une histoire commune, qui réunit en une même salle les rêves et les expériences des hommes qui portent dans leur sang les Trois Mers et tout ce qui vibre en eux. C’est grâce à la Biennale, et non par magie, que se trouvent réunies toutes ces histoires que racontent les images sur les toiles, cette vie commune révélée au cours du temps. Regarder chacune d’entre elles à l’exposition, c’est ressentir comment le vent parcourt les recoins les plus intimes de notre existence : cette puissante brise marine qui nous a mené d’un endroit à l’autre en soufflant dans les voiles des embarcations, là où s’est gravé peu à peu tout ce que nous voyons aujourd’hui, à force de vie. Les images singulières et mystérieuses ne manquent pas, car la mer nous a toujours fait rêver. Voici les sirènes qui vivent dans l’imagination des hommes comme des créatures étranges, mi poissons, mi femmes, qui dorment quelque part au fond d’un océan, et la pluie qui est une partie de la mer transformée en nuage et qui arrive, comme une bénédiction pour la vie de l’homme. Certains voient des allégories des religions qui ont également abordé ces rivages par la mer, ou distinguent les traits d’une lointaine culture, masquent la réalité de l’existence, ou peignent la transparence de la profondeur pleine de beauté et de vie, ou encore dessinent la mer avec ses vagues, ses plages de rêve, ou contemplent les silhouettes de la ville depuis l’horizon, comme le font peut-être les poissons ? Ou cette bouteille qui traduit l’idée de parcourir des distances en portant une vérité ou un souvenir sous forme de message … La mer nous ramène des surprises ARTISTIQUES. Elle peut se traduire de façon abstraite ou figurée, naïve ou académique, réunissant tous les traits des tendances les plus variées de l’art … C’est en elles que se croisent et vibrent les empreintes de l’homme, l’étendue de son expérience. Les Trois Mers symbolisent avant tout un geste d’amitié, un seul être humain, au delà des races et des couleurs, des pensées et des idées, cette exposition marque le moment où l’homme se regarde comme s’il n’était qu’un, prenant la teinte de cette diversité qui nous abrite. Nous sommes d’ici et d’ailleurs. Des artistes cubains et français s’embrassent. En eux affleurent les traces d’origines variées : des asiatiques qui sont venus aux Caraïbes, des africains que l’on a arraché de leurs foyers sur un lointain continent, des siècles en arrière, des émigrants européens qui cherchaient de nouvelles terres, des gens des Caraïbes qui sont revenus à leurs racines sur le Vieux Continent. Car la vie n’est qu’un va et vient incessant à travers le monde, l’image éternelle de migrations qui ont laissé leur empreinte.

Et la mer, dans sa lutte silencieuse, est le témoin de l’épopée humaine, car elle a été le véhicule, le réceptacle et l’espace à travers lequel l’homme « s’est mis en marche », cherchant et trouvant le lieu idéal pour vivre et pour exister. Il s‘agit là de la mise en scène principale d’une pièce qui s’enrichit au fil des siècles. Nous portons donc en nous les traces d’une infinité de lieux, c’est, pour parler dans un langage contemporain , l’ADN artistique qui nous convoque et nous reconnaît, réuni aujourd’hui dans une salle d’exposition sous forme d’art, de traits communs agrégés dans le temps, la fusion de la vie, avec la mer comme médiateur.

Toni Piñera
Avril 2015
Traduction Claude Maltagliati